jueves, 8 de abril de 2010

Grandes estupideces.

- Dejame, ¿quieres?
- Pero mira que eres cabezota.
- Y tu subnormal y no digo nada - dijo la chica mirandolo con una falsa sonrisa.
- Lo que tu quieras, pero hablemos como personas civilizadas - el chico se iba acercando a ella, pero ella, a su vez, retrocedia.
- Yo no quiero saber nada más de ti, ni de tus putas tonterias. ¿Me has entendido? Pues ala, adiós.
- Joder, dejame que me explique...
- ¡No quiero saber nada más de tí, gilipollas! - la chica notaba la pared crecer detreás de su espalda. Ahora el chico estaba más cerca de ella. No tenia escapatoria.
- Ahora, hablemos...
- Hablar, ¿hablar?, tu madre va ha hablar, no quiero que me vuelvas a dirigir la palabra para el resto de mi vida, que espero que sea poca - la chica cabreada con él, con el mundo, con ella misma, empieza a pegar el pecho del chico con los puños cerrados. Él, harto, la coge de las muñecas y las pone encima de su cabeza.
- Ahora no puedes hacer otra cosa que escucharme. Lo vas a hacer por las buenas o por las malas, pero lo vas ha hacer. - el chico estaba muy cerca de su cara. - No soporto que no me hables. No soporto que no me mires. No soporto que mires a otros chicos como me mirabas a mí. No soporto tenerte lejos. No soporto que cuando me doy cuenta de que estoy enamorado de tí, desaparezcas de mi vida. Me merezco todo lo que me has dicho y hecho, pero las personas no somos máquinas perfectas y yo el que menos, pero todo el mundo merece una oportunidad. Te voy a pedir que me la des. Si hace falta hago el ridiculo delante de todo el instituto, si hace falta delante del mundo entero, para que sepas que te amo. Que sin tí mi vida no es más que un tunel del que tarde o temprano llegas al final que es donde esta la luz de la oscuridad eterna. Mi vida sin tí es como un escritor desconocido, inexistente. Por eso y por muchas razones más quiero que me perdones, porque sin tí no soy nada. Porque tu me haces crecer, me haces ver el mundo de otro modo, me haces sentir espacial. Y la cosa que te estaré agradecido eternamente es que me has enseñado a querer. Eres parte de mi vida. Ahora no te puedes ir de ella. No lo soportaria. Por todo el discurso que te he dicho, quiero que te quedes. Que juntos formemos una familia. Juntos pasemos los minutos de cada día. Juntos envejezcamos y apuremos nuestros últimos minutos de nuestra vida juntos. Te amo.

La chica se quedo embelesada con el recital que el chico de sus sueños le habia dedicado. Nunca antes había visto tanto arrepentimiento en los ojos de alguien. Tanta culpavilidad y sinceridad. Era algo casi inospito. Él al ver que ella no reaccionaba, eliminó los pocos centimetros que separaban sus labios para juntarlos en un beso cariñoso. Ella, le siguió el beso y cuando lo que le apresaba las muñecas, las dejó libres, llevo sus manos al rostro del muchacho. Por la mejilla de ella bajaba una lágrima de felicidad. Nunca antes alguien le había dicho una palabras tan bonicas como aquellas. En ese momento no importaba nada de lo que había pasado entre ellos dos duranrte este tiempo. Se quieren, eso es lo que importa.

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