Solo veo tu rostro antes de cerrar los ojos. Dejo de sentir, dejo de ver, dejo de hablar. Pero no dejo de oír. Me chillas que no me deje vencer, que abra los ojos y que le siga hablando. Lo intento joder, lo intento. Pero no puedo. Escucho gente a mi alrededor. Se van. O ¿Soy yo la que me voy? No lo se. Pero ahora ya dejo de sentirlo todo.
Despierta, por favor despierta. Tres palabras, dos de las cuales están repetidas, entran por mis oídos hasta mi cerebro. Allí proceso toda la información. Mi mano esta prisionera de algo. Ejerzo una presión. Me la devuelve. Poco a poco voy abriendo los ojos. Una luz tenue entra por la ventana de la habitación. Cojo una gran bocanada de aire que me devuelve a la vida por un instante. Lo que tenia presa mis manos, ahora tienen presa mis mejillas. Alzo la vista y me encuentro con su cara. Sus ojos marrones miel me hacen sonreír. Se ve que estaba preocupado, pero se va evaporando como el agua de un hielo deshecho al sol. Te veo sonreír y me llenas el pecho de ilusión.
- Tenia miedo.
- No deberías haberlo tenido. Estoy bien - le digo con voz entumecida.
- ¿Puedo besarte?
Sin más respuesta que un simple segundo, nuestro labios están juntos. El beso más tierno de mi vida.
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