- ¿Eh?... No nada.
- Claro y por eso tus ojos se están ahogando por tus lágrimas.
- No, enserio, que no me pasa nada.
- Soy tonto, pero no persigo coches aparcado. ¿Me lo contarás?
- Es que es algo que no me gusta hablar con gente que conozco de poco.
- Ya, te entiendo y te comprendo. No es de mi incumbencia. Se lo contarás a otra persona que conozcas más. Pero ¿Me puedo quedar aquí contigo? No diré nada ni seré pesado.
- De acurdo.
Los minutos transcurrieron y se sentían cada vez más relajados. El chico miraba el horizonte como la luna emergía del mar y ella se miraba la puntas de los pies.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
- Ya me la has hecho...
-¿Eh? No me refiero a otra.
- Claro.
- ¿Cómo me consideras?
- Pues como un amigo con el que no tengo nada de confianza. Lo siento.
- No tranquila, no pasa nada. A mí también me pasa.
El silencio se volvió a apoderar de esa playa. La chica miraba de reojo al muchacho que se sentaba a su derecha y veía que sonreía.
- No confíes de nadie.
- ¿Perdona?
- Que no confíes en nadie, solo conseguirás acabar mal.
-¿Cómo? No te entiendo.
- Ya lo entenderás.
- No, no te vayas.
- Lo siento. Adiós.
La chica se sobresalta y bota de la cama. Esta perlada de sudores fríos. Respira con dificultad.
- Abuela y tu ¿Cómo sabes todo eso?
- Porque la conozco mejor que a nadie
- Y el chico ¿Quien era?
- De la única persona que se llegó a enamorar esa chica.
- ¿Quién es esa chica?
- Venga, a la cama que ya es muy tarde.
- No, yo quiero que me digas quien es esa chica.
- Ya te diré quien es esa chica. Pero ahora no.
- Seguro que era una chica preciosa y con una larga vida de provecho.
Cuando oigo esas palabras salir de la boca de mi nieta, un nudo en la garganta y lágrimas acumuladas, la arropo a la pequeña en la cama.
- Estoy segura que aunque el chico fuera un sueño, lo encontró en alguna parte del mundo.
- No pienses más en esa historia y duerme. Que ya es tarde.
- Buenas noche abuela.
- Buenas noches cariño.
Le doy un beso en la frente y apago la luz de la mesita de noche. Salgo de la habitación y me voy al sillón que se sitúa al lado de la ventana. Era invierno y las calles estaban llenas de nieve. Alzo la vista al cielo y allí espero a que los recuerdos de ese sueño lleguen a mí. Han pasado horas que contemplo el cielo. Me levanto del sillón y me acerco a su habitación. La encuentro de lado con Mr. Muma agarrado en su brazo. Me siento en la cama a su lado. Le aparto el pero de la cara y sonrío. Me pregunto que estará soñando.
- Esa chica soy yo y el chico es al único hombre que he amado. Aun por las noches sueño con ese momento y la juventud vuelve a mi como por arte de magia y cuando vuelvo a abrir los ojos todo se esfuma. No pierdas nunca tus sueños e intentarlos hacer realidad.
Una vez, hace ya mucho en un libro leí una frase de la que estoy completamente segura.
Recordamos lo que nunca sucedió.
Recordamos lo que nunca sucedió.
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